16 junio 2000

La actitud del periódico de Pedro J. Ramírez se produce en sintonía con el Gobierno Aznar, cuyas antaño relaciones de amistad con el presidente de Telefónica parecen haber finalizado

El diario EL MUNDO inicia una campaña mediática contra el Presidente de Telefónica, Juan Villalonga

Hechos

El 16.06.2000 el diario EL MUNDO inició un serial de publicaciones sobre distintos aspectos negativos de D. Juan Villalonga.

Lecturas

D. Javier Algarra (Director de ‘La Brújula’ de ONDA CERO en 1999) habla a J. F. Lamata sobre las relaciones de EL MUNDO con D. Juan Villalonga, presidente de Telefónica:

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El 9.04.2000 el periodista D. Jesús Cacho publicaba en el diario EL MUNDO: ‘Aznar haría bien resolver cuanto antes el problema del amigo desagradecido’. Y es que la cantidad de dinero que estaba ganando el Sr. Villalonga al frente de Telefónica empezaba a resultar molesta para el Gobierno Aznar, teniento en cuenta la imagen que daba que un ‘amigo del presidente’ en una empresa en la que había sido ‘puesto a dedo por el presidente’ se estuviera enriqueciendo aunque no fuera ilegalmente. Y encima que aquello ocurriera en medio de unas elecciones generales. El propio ex vicepresidente del Gobierno y diputado del PSOE había aprovechado una entrevista en ANTENA 3 TV  (medio del Sr. Villalonga) en febrero para echarle en cara sus ganancias económicas. Pese a todo, el PP de D. José María Aznar ganó aquellas elecciones de manera arrolladora y, tras aquella victoria daba la impresión de que el Sr. Aznar quería ajustar cuentas con su indiscreto amigo.

D. Juan Villalonga el poderoso presidente de Telefónica había logrado crear un imperio mediático: agrupando en su entorno ANTENA 3 TV, ONDA CERO, VÍA DIGITAL, EL MUNDO, EXPANSIÓN o el MARCA. También controlaba la productora de contenidos de televisión internacional Endemol: presenta en España con Gestmusic y Zeppelin. A esto había que añadir sus medios en Argentina: el canal Telefé (el más visto en aquel país) y la Radio Continental.

Ahora tenía las horas contadas por su pelea con el Gobierno del PP.

DISTANCIAMIENTO DE VILLALONGA CON LOS EL DUO  AZNAR-PEDRO J. RAMÍREZ

El episodio sobre el efímero “cese” del director de Informativos de ANTENA 3 TV, D. Ernesto Sáenz de Buruaga, que no llegó a trascender en su día a la opinión pública, demostraba el distanciamiento entre D. José María Aznar y D. Juan Villalonga, presidente de Telefónica y máximo responsable por tanto de ANTENA 3 TV y ONDA CERO.

La ruptura total quedó acentuado por la decisión del Sr. Villalonga de dejar a su señora por una mujer más joven, doña Adriana Abascal. Aquella clave de la que hablaba el libro de D. Luis Herrero del 96, “Poder Popular”, de que la estrecha amistad del matrimonio Aznar con el matrimonio Villalonga se había mantenido durante años gracias a la amistad de sus respectivas esposas, el presidente de Telefónica se la acababa de cargar. Una de las primeras personas a las que llamó el magnate para explicar la ruptura de su matrimonio fue al director de EL MUNDO, don Pedro J. Ramírez: “¿Crees que me esté jugando el puesto?»

Lo que el Sr. Villalonga no sabía es que la puntilla para derribarle se la iba a dar precísamente su “aliado” EL MUNDO. El 16 de junio de 2000 el periódico de D. Pedro J. Ramírez publicó irregularidades en el entorno del Sr. Villalonga que podían alcanzar la acusación de “información privilegiada”, cuatro días después la CNMV, dependiente del Gobierno Aznar, anunciaba que abriría una investigación (una investigación que no acabaría en nada, pero permitía en aquel momento mantener el ‘caso Villalonga’ en las portadas de los periódicos durante semanas, que era lo necesario para derribarle. Un día era por las Stoc Options, otro por contratos que ventajosos del entorno del Sr. Villalonga, incluida la Sra. Abascal, etc.

Llamaba la atención que fuera el diario EL MUNDO el que liderara la campaña contra el presidente de Telefónica, porque indirectamente Telefónica era accionista (era propietaria de Recoletos y Recoletos tenía el 30% de Unidad Editorial, es decir de EL MUNDO). Y algo mucho más importante, Telefónica, desde la llegada a la presidencia de D. Juan Villalonga, se había convertido en el principal anunciante del diario EL MUNDO, al que reportaba unos cuantos millones anualmente. Además del hecho de que el Sr. Villalonga y el Sr. Ramírez estaban considerados amigos personales, habían viajado juntos a la boda de la infanta, de hecho la supresión del programa de ANTENA 3 TV ‘La Sonrisa del Pelícano‘ del Sr. Pepe Navarro se había considerado un favor del Sr. Villalonga – propietario de ANTENA 3 – a D. Pedro J. Ramírez.

Una situación que, ante esa campaña mediática, estaba a punto de cambiar. D. Pedro J. Ramírez, a la hora de optar entre el Sr. Aznar o el Sr. Villalonga, se quedó con el primero.

Uno de los autores de los artículos de EL MUNDO sobre D. Juan Villalonga, D. Casimiro García Abadillo, consultado por LA HEMEROTECA DEL BUITRE declaró: “Nuestra investigación sobre Villalonga fue una muestra de nuestra independencia, Villalonga nos había tratado bien, pero nuestro compromiso era con los lectores”.

DIVISIÓN MEDIÁTICA EN TORNO A TELEFÓNICA

La investigación del “caso de las Stoc Options” contra el Sr. Villalonga podía bien ser, en efecto, una muestra del compromiso de los sabuesos de EL MUNDO ante cualquier olfateo sucio incluso entre sus teóricos aliados, aunque también podía ser la mano del Sr. Aznar en su guerra contra su ex amigo. “EL MUNDO estaba a las órdenes de Aznar y Aznar quiso cargarse a Villalonga porque en su entorno se habían hecho negocios millonarios que daban mala imagen” aseguró el periodista don Pablo Sebastián a La Hemeroteca del Buitre.

A la campaña de portadas de EL MUNDO contra el Sr. Villalonga se sumaron abiertamente los programas ‘La Mañana’ de la COPE de D. Luis Herrero (en el que D. Pedro J. Ramírez era tertuliano) y ‘La Linterna’ de D. Federico Jiménez Losantos (que era además columnista de EL MUNDO).

El presidente de Telefónica contó con varios aliados en su defensa: don Luis del Olmo desde los micrófonos de ONDA CERO (cadena propiedad de Telefónica, donde D. Casimiro García Abadillo sería apartado como tertuliano), don José María García desde la cadena COPE (que estaba a punto de fichar por ONDA CERO) y el diario LA RAZÓN de D. Luis María Anson (del que Telefónica era anunciante).

A pesar de estos apoyos mediáticos, pronto quedaría claro que el Sr. Villalonga no tenía nada que hacer frente al Gobierno Aznar y tendría que izar bandera blanca, dimitir como Presidente de Telefónica e irse a casa unas semanas después.

16 Junio 2000

Villalonga ganó 21 millones en 13 días especulando con información privilegiada

Casimiro García-Abadillo

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El presidente de Telefónica, Juan Villalonga, compró 264.224 opciones sobre acciones de la compañía el 2 de enero de 1998 a un precio de 198 millones. El dinero para realizar dicha inversión procedía de un préstamo de 200 millones que fue instrumentado por el Banco de Negocios Argentaria el 26 de diciembre de 1997. La compra-venta de las opciones le reportó a Villalonga un beneficio de 21 millones en tan sólo 13 días.

La operación, que no comunicó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, se llevó a cabo en plena negociación para la creación de una gran alianza entre la empresa española y la norteamericana WorldCom-MCI.

Expertos consultados por EL MUNDO señalan que ese proceder es claramente irregular, ya que contraviene lo establecido en el artículo 81 de la Ley 24/1988 del Mercado de Valores y en el artículo 285 del Código Penal, que hace referencia al uso de información privilegiada.

Villalonga había comentado la compra de las opciones de Telefónica con un reducido grupo de ejecutivos de la compañía, de su confianza, que le recomendó comunicarlo a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

El presidente de Telefónica incluso fue recriminado por un alto ejecutivo de Argentaria, quien igualmente le aconsejó que hiciera una comunicación de sus operaciones a la CNMV.

A su regreso de un viaje de vacaciones fuera de España, Juan Villalonga llamó en la segunda semana de enero al presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Juan Fernández Armesto, para consultarle el asunto. El secretario del consejo de administración de Telefónica, José María Mas, era partidario de que su presidente no hiciera ningún tipo de comunicación sobre el asunto.

Fernández Armesto, al tener conocimiento, instó a Juan Villalonga a que hiciera pública la adquisición de sus opciones, ya que, en su opinión, ése era un «hecho relevante» que debía conocer el mercado.

El presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores esgrimió como argumento ante Villalonga el precedente de Francisco González (entonces presidente de Argentaria), quien le había consultado previamente cómo actuar ante la compra de opciones sobre acciones de su banco y a quien él personalmente había recomendado que lo hiciera público como «hecho relevante».

La legislación al respecto era un tanto confusa (ahora, tras la aprobación de la nueva normativa sobre opciones, no hay duda sobre la obligatoriedad de hacer públicas ese tipo de operaciones), pero Fernández Armesto tenía claro entonces que ante la duda había que actuar dando prioridad al concepto de máxima transparencia.

Villalonga debió pensar que hacer pública la compra de opciones de la empresa que preside podía generar un escándalo de graves consecuencias, sobre todo porque él sabía que las acciones de Telefónica iban a registrar una fuerte revalorización. Por todo ello, decidió deshacer la operación.

Fuertes plusvalías.

De esa forma, el 15 de enero de 1998, vendió sus 264.224 opciones, por las que se embolsó 219.323.000 pesetas. Es decir, que obtuvo un beneficio de 21.323.000 pesetas en sólo 13 días. Algunos ejecutivos de Telefónica le pidieron que esa plusvalía fuera ingresada en la Fundación de la compañía, para evitar posibles malos entendidos, pero él rechazó la idea sin prestarle demasiada atención.

A pesar de esa ganancia (1,6 millones al día no los ingresa todo el mundo), su actitud fue muy crítica hacia el presidente de la CNMV. Testigos presenciales aseguran que, tras deshacer la operación, Villalonga exclamó: «El puritano de Fernández Armesto me ha impedido hacer un magnífico negocio».

En efecto, la idea inicial de Villalonga era esperar unas semanas más para vender sus opciones (que tenían como fecha de vencimiento el 30 de junio del año 2000). El presidente de Telefónica estaba a punto de cerrar un gran acuerdo que, con toda seguridad, iba a disparar el precio de sus acciones en la Bolsa.

Durante la primera semana de diciembre de 1997, Juan Villalonga se entrevistó en Nueva Yorkcon Bert Roberts (presidente de MCI) y Bernard Ebbers (presidente de WorldCom). Tras esa reunión, el presidente de Telefónica decidió romper las negociaciones (entonces en curso) con British Telecom para iniciar una nueva singladura con sus socios del otro lado del Atlántico.

El 14 de diciembre, durante un almuerzo en Madrid, al que asistieron Iain Vallance y Peter Bonfield (principales ejecutivos de British Telecom), Villalonga y Revuelta, se dio por definitivamente rota la negociación con la empresa británica.

El acercamiento a WorldCom-MCI maduró aceleradamente durante la última quincena de diciembre y en enero Villalonga dio las instrucciones precisas a su equipo de confianza para que se cerrara el acuerdo con el gigante norteamericano, que se había formado tras una fulgurante OPA lanzada en noviembre de 1997 por WorldCom sobre MCI valorada en 42.000 millones de dólares.

Esas negociaciones se cerraron definitivamente el 16 de febrero de 1998, tras una reunión en Washington (sede central de WorldCom) entre Villalonga, el número dos de Telefónica, Javier Revuelta, Ebbers y Roberts.

El día 10 de marzo de 1998 se anunció oficialmente la alianza, que, entre otras cosas, implicaba la compra del 10% de Telefónica Internacional por parte de la empresa norteamericana y el compromiso de desarrollar fuertes inversiones en Latinoamérica.

En una eufórica rueda de prensa, Villalonga anunció que el matrimonio de Telefónica con WorldCom-MCI significaba la creación de la tercera empresa de telecomunicaciones del mundo tras la japonesa NTT y la norteamericana ATT.

Por supuesto, el anuncio tuvo una inmediata repercusión en los mercados. Las acciones de Telefónica, que valían 4.645 pesetas cuando Villalonga compró sus opciones el 2 de enero, se situaron en 7.060 pesetas el 25 de marzo (el máximo del año hasta esa fecha).

Si el presidente de Telefónica hubiera vendido en esas fechas sus opciones, se habría embolsado 650 millones de pesetas. Es decir, habría obtenido un beneficio neto de 450 millones. Su enfado con Fernández Armesto era, pues, explicable desde la lógica de un especulador.

Investigación interna.

Sin embargo, la Comisión Nacional del Maercado de Valores desconocía el hecho de que Telefónica estuviera negociando un acuerdo de ese calado. Es decir, Fernández Armesto no sabía que su presidente disponía de información confidencial (que los accionistas no conocieron hasta el 10 de marzo) que le permitía saber con casi absoluta certeza que los títulos se iban a revalorizar en un futuro inmediato y que, por tanto, con arreglo a la ley del Mercado de Valores debía abstenerse de comprar en Bolsa.

Algo parecido ocurrió con su amigo y consejero de Telefónica, Alberto Cortina, quien el mismo día 2 de enero de 1998 compró otras 264.224 opciones de Telefónica al mismo precio que Villalonga a través de la empresa Percacer. La sociedad de Cortina también había obtenido un préstamo del Banco de Negocios Argentaria el 29 de diciembre de 1997 (tres días después de que se formalizara el crédito de Villalonga), con cargo al que se compraron los títulos de Telefónica.

Un dato ilustra la estrecha relación entre ambos: en la solicitud del crédito de Percacer firmaron como avalistas Villalonga y el propio Cortina. El crédito del presidente de Telefónica fue avalado a su vez por Cortina.

A finales de marzo de 1998, Argentaria abrió una investigación interna sobre las operaciones bursátiles llevadas a cabo por el presidente de Telefónica. Dicho informe no ha sido público.

Distintas fuentes han informado a EL MUNDO de que Villalonga siguió haciendo operaciones con opciones de Telefónica.

17 Junio 2000

FLAGRANTES MENTIRAS, ESCANDALOSAS CONDUCTAS

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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No podía calibrar Juan Villalonga el gran favor que le estaba haciendo Juan Fernández-Armesto, presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), cuando le advirtió con paños calientes impropios de su autoridad, en enero de 1998, que estaba obligado a informar sobre la compra de opciones de Telefónica por valor de casi 200 millones de pesetas.

Debido a la posición del presidente de la CNMV, Villalonga decidió desprenderse de su inversión, ya que no tenía ninguna intención de hacerla pública. Y dejó de ganar 600 millones de pesetas, lo que ha resultado una inmensa suerte para él. De haber logrado esa suma, tendría que enfrentarse probablemente a la acusación de de un delito castigado con penas de uno a cuatro años de cárcel y multa del triple del beneficio obtenido.

El artículo 285 del Código Penal establece esa sanción para quien con ánimo de lucro «usare de alguna información relevante para la cotización de cualquier clase de valores, a la que haya tenido acceso con ocasión del ejercicio de su actividad profesional o empresarial», pero cuantifica en 75 millones de pesetas el beneficio a partir del cual esta conducta es delito.

Lo que trataban de hacer Juan Villalonga y su socio Alberto Cortina, consejero de Telefónica, se ajusta perfectamente a la descripción del Código Penal: intentaban enriquecerse aprovechándose de una información a la que ellos habían tenido acceso profesionalmente. Pero no pudieron consumar sus planes porque la CNMV «descubrió» -según la palabra empleada ayer por su portavoz- la operación.

Al ser advertido de que estaba vulnerando la ley, Villalonga no sólo no reconoció su error o pidió disculpas. Escribió una carta ofensiva y altanera al presidente de la CNMV, quejándose de las leyes españolas y jactándose de que en EEUU su comportamiento hubiera sido digno de «todo tipo de alabanzas».

Villalonga se tuvo que conformar con ganar sólo 21 millones de pesetas en 13 días, pero ello no resta un ápice de gravedad a su conducta, que resulta absolutamente inadmisible en el presidente de la mayor empresa del país. Villalonga vulneró el artículo 81 de la Ley del Mercado de Valores, cometiendo, sin llegar al delito, una falta muy grave.

EL MUNDO ha aportado los datos que demuestran que Villalonga, semanas antes de comprar las opciones, había iniciado las negociaciones en Nueva York con los presidentes de MCI y WorldCom. Villalonga sabía que los títulos de su compañía iban a tener una fuerte revalorización y, por eso, invirtió en ellos. Para encubrir a su presidente, Telefónica hizo público ayer un comunicado en el que asegura que las conversaciones con MCI-WorldCom comenzaron después. La afirmación no sólo es falsa sino también absurda. Resulta inverosímil e increíble que una negociación de esta complejidad, cerrada en Washington el 16 de febrero de 1998, no se hubiera iniciado mes y medio antes.

Igualmente falaz resulta dicho comunicado cuando asegura que, a raíz de la respuesta de la CNMV, Villalonga tomó «la decisión de no realizar inversión alguna en valores que cotizan en la Bolsa española». Villalonga compró opciones de Fecsa y Repsol a finales de enero y durante febrero, cuando ya había tomado la pretendida determinación a la que se alude, y ganó más de 200 millones con ellas.

Villalonga no dijo tampoco la verdad, por cierto, en la carta enviada a Fernández-Armesto ya que la compraventa de opciones sin informar a las autoridades bursátiles no merece precisamente «alabanzas» en EEUU sino que está penada con cárcel.

Pero la clave del asunto está en la propia decisión de Villalonga de vender sus opciones de Telefónica. ¿Por qué quiso deshacer la operación si era legal? Y si carecía de «relevancia», como él mismo dice, ¿por qué no la comunicó posteriormente, como era su obligación, a la CNMV?

El portavoz de la Comisión subrayó ayer que la conducta de Villalonga fue investigada pero que no se pudo probar irregularidad alguna. Cierto. Pero entonces no se sabía que Telefónica estaba negociando con MCI-WorldCom, lo que arroja una luz completamente diferente sobre el caso.

La CNMV debe reabrir la investigación. Y no sólo para no dejar sin sanción conductas tan reprobables como las de Villalonga y Cortina. Debe llegar hasta el fondo del asunto para evitar cualquier impresión de complicidad o complacencia con los barones de esta nueva oligarquía económica.

Si Fernández-Armesto quiere saber la fecha del comienzo de las negociaciones entre Telefónica y MCI-WorldCom, sólo tiene que hacer una simple gestión: dirigirse a la SEC, la Comisión de EEUU del Mercado de Valores, para que ésta requiera el dato a la multinacional estadounidense. La SEC tiene que actuar de oficio puesto que Telefónica cotiza en Wall Street.

La CNMV se está jugando su credibilidad. No puede mirar para otra parte ni aceptar como explicación tan surrealista comunicado. Los inversores emitieron ayer su veredicto: los títulos de Telefónica bajaron un 5,5% en Madrid y un 5,6%, en Nueva York.

El dato debe mover a la reflexión a los accionistas institucionales de Telefónica. Ya no pueden seguir ignorando el calado moral de las personas que están al frente de la compañía, que no han dudado en recurrir a flagrantes mentiras para tapar su escandaloso comportamiento.

19 Junio 2000

Villalonga multiplicó por 12 su retribución en sus tres primeros años al frente de Telefónica

Casimiro García-Abadillo

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Juan Villalonga se ha convertido en los últimos años en uno de los ejecutivos mejor pagados del mundo. Este año, por ejemplo, podría cobrar una cantidad que oscila entre los 4.430 millones y los 6.230 millones de pesetas. Esa diferencia se debe a que el bonus (bonificación variable) correspondiente al pasado año aún no ha sido aprobado por la Comisión de Retribuciones de la compañía.

Según fuentes solventes, el secretario del consejo de Telefónica y amigo personal de Villalonga, José María Mas, ha propuesto una retribución extraordinaria de 2.000 millones de pesetas.

Dicha propuesta, según las mismas fuentes, cuenta con el respaldo de Alberto Cortina. Sin embargo, Javier Echenique (presidente de la Comisión de Retribuciones) y Cesar Alierta, que también forma parte de dicho organismo, se oponen en redondo a dar su visto bueno por considerarlo «excesivo».

Si, al final, se decidiera aplicar el bonus que Villalonga percibió el año pasado, con cargo al ejercicio de 1998, esa retribución variable se situaría en 200 millones. De esa forma, su retribución bruta se situaría sólo en 4.430 millones de pesetas.

Esos emolumentos se producen por cuatro conceptos distintos: 270 millones de pesetas de salario; 60 millones como prima con cargo a los distintos consejos a los que pertenece. Por otra parte, este año Villalonga ha hecho efectivos 3.900 millones correspondientes a las stock options del llamado plan Rise. Y, además, el bonus.

Si los ingresos de Villalonga son extraordinarios, más lo es aún la velocidad a la que éstos han alcanzado su actual nivel.

Hace seis años, cuando Villalonga trabajaba para el First Boston, su salario era de 225.000 dólares al año, más un bonus que nunca alcanzó la cifra de su sueldo bruto. Posteriormente, Villalonga ingresó en Bankers Trust, su última compañía antes de ingresar en Telefónica. En dicha empresa recibía un salario fijo de un millón de dólares al año (unos 125 millones de pesetas).

En esa época, Villalonga se jactó de que su fichaje por Bankers Trust y su salario tenían mucho que ver con su amistad con José María Aznar.

Cuando en la primavera de 1996 Villalonga fue nombrado presidente de Telefónica, asumió el sueldo de su predecesor, de 45 millones brutos al año. Es decir, que perdió 80 millones de pesetas al año con su nuevo empleo.

Sin embargo, hay un elemento importante para entender ese comportamiento ejemplar y poco común. En esas fechas, el Estado aún conservaba el 25% del capital de la empresa y Villalonga entendió que no debía forzar la situación, dados los sueldos que se cobran en la Administración. Incluso con su salario de entonces, triplicaba los ingresos del presidente del Gobierno.

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Bonificaciones

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Para su sorpresa, Villalonga descubrió que había un mecanismo en Telefónica para poder elevar un poco la retribución de los altos directivos de la compañía. Se trataba de una bonificación por el cumplimiento de objetivos que supuso para el presidente de la empresa unos 20 millones de pesetas. Ese pequeño emolumento lo ingresó en 1997 con cargo al ejercicio de 1996.

En febrero de 1997, un mes antes de que se llevase a cabo la última fase de la privatización de Telefónica -que iba a dejar reducida la participación del Estado exclusivamente a la golden share-, Villalonga se inventó un nuevo concepto para subirse el sueldo. Lo llamó bonus por OPV (Oferta Pública de Venta), una especie de premio por el éxito de la venta del 25% que conservaba Patrimonio del Estado en el capital de Telefónica. Este bonus, que alcanzó también a otros altos ejecutivos, suponía tres meses de salario bruto.

A las pocas semanas de la operación de venta, ya con los representantes de Patrimonio fuera de la compañía, el Comité de Retribuciones -un organismo creado por Juan Villalonga y del que entonces formaban parte Luis Gómez Roldán, Cesar Alierta, Alberto Cortina y José María Más- aprobó una jugosa subida de sueldo para el presidente: su retribución bruta pasó de 45 a 180 millones de pesetas.

Además, se calculó el bonus por OPV sobre el nuevo salario, con lo que Villalonga ingresó otros 45 millones de pesetas.

Ese año, ingresó por otra parte otros 25 millones de pesetas en concepto de prima por pertenencia a diversos consejos. De esa forma, en 1997 sus ingresos brutos se situaron en 270 millones (225 más que cuando entró en Telefónica).

Al presidente de la compañía le debió parecer que sus ingresos no estaban en relación a su dedicación a la compañía y, en 1998, sometió al Comité de Retribuciones una nueva subida para su sueldo, que fue aprobada. La retribución bruta pasó de 180 a 270 millones de pesetas. Según un informe interno que fue elaborado para dicho Comité, ése era, en aquel momento, el sueldo anual fijo más alto de todos los ejecutivos del mundo en el sector de telecomunicaciones.

Dicho informe no sólo mencionaba a las empresas europeas (muchas de ellas aún participadas por el Estado), sino que también incluía a los gigantes americanos AT&T, Bell South o MCI y, por supuesto, a la británica BT. Según señalaba el informe, el nuevo salario de Villalonga suponía el doble de la media de lo que cobraban los presidentes de las compañías de su sector.

El incremento que su retribución total registró en 1998 (fecha en la que Villalonga compró las opciones de Telefónica, Repsol y Fecsa) no sólo se produjo por la vía de su sueldo fijo, sino que también afectó a los conceptos variables: el bonus se le subió a 90 millones y las primas por asistencia a consejos a 60 millones. Operaciones especulativas aparte, Villalonga ganó en 1998 la suma de 420 millones de pesetas.

Durante 1999, su salario bruto no se movió, pero el bonus pasó de 90 millones a 200 millones. Bien es verdad que la propuesta inicial fue de 500 millones, pero el entonces presidente del Comité de Retribuciones de la compañía, Gómez Roldán, se negó a aceptar la iniciativa de José María Mas. Aun con ese recorte, Villalonga cobró el año pasado 530 millones.

Este año, su retribución se ha visto enormemente engordada por los ingresos extra que le han supuesto las stock options del plan Rise (3.900 millones de pesetas). Hasta que no se decida cuál será su bonus, no se podrá saber cuánto cobrará este año.

Villalonga, al margen del plan Rise, participa también en el plan de opciones TOP (de Telefónica) y en el de Terra, que se ha visto modificado tras el acuerdo con Lycos. Cuando se produjo el escándalo de las stock options, el presidente de la compañía hizo el gesto de renunciar a las opciones que tenía en Tisa.

20 Junio 2000

EL «CASO VILLALONGA» Y SUS SECUELAS

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Más datos insoslayables para la CNMV

La ignorancia puede eximir de cumplir una obligación. Pero no es el caso de Juan Villalonga. El que fuera vi-

cepresidente de Telefónica y consejero delegado de Ar-

gentaria, Francisco Gómez Roldán, advirtió por teléfono a Juan Villalonga que es-

taba vulnerando la ley al no comunicar a la Comisión del Mercado de Valores (CNMV) la compra de opciones de Telefónica. El aviso se produjo unos pocos días antes de que Villalonga decidiera finalmente vender dichas opciones. Pero EL MUNDO revela hoy que Villalonga se encontraba en Washington el día en que se produjo la llamada de Gómez Roldán. Había ido allí a negociar con Bernard Ebbers, presidente de WorldCom. Por tanto, Villalonga -que ha mentido al asegurar que la negociación fue posterior- disponía de información privilegiada. ¿A qué espera la CNMV para llamar a declarar a Gómez Roldán y a otros directivos de Telefónica, e investigar el asunto?

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#La caradura de José Bono

Entrevistado por Luis Herrero en la Cope, el presidente castellano-manchego declaró ayer que las denuncias del «caso Villalonga» le producen «náuseas» y que no son sino «asuntos de familia» del PP. Enfatizado lo cual, se negó a decir nada de nada sobre el fondo del asunto. Nos quedamos sin saber si los pingües ingresos de Juan Villalonga, tan extraordinarios por sus efectos como por sus vías de obtención, le parecen bien, mal o regular. Quizá la explicación de su prudencia esté en una imagen reciente, en la que se veía al propio Bono compartiendo alegremente mesa y mantel con Juan Villalonga y Alberto Cortina. El ahora multicandidato socialista ocupó un lugar de honor en la cena de celebración de la boda de Cortina. Ese sí que fue un «asunto de familia». Bono debería evitar dar lecciones en un asunto en que no tiene ninguna credibilidad.

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#Del Olmo prescinde de García-Abadillo

No hubo la menor intención de disimular: ayer, pocas horas después de que Casimiro García-Abadillo publicara en EL MUNDO la segunda parte de su minuciosa investigación sobre los ingresos irregulares de Juan Villalonga, Luis del Olmo comunicó a nuestro compañero que prescinde de su colaboración en el programa Protagonistas de Onda Cero. ¿Qué pasa? ¿Quizá García-Abadillo dejó súbitamente de ser el prestigioso periodista conocido y reconocido por haber destapado el caso Filesa y el caso Ibercorp, entre otros? Onda Cero es ahora propiedad de Telefónica Media y Del Olmo ha decidido -sólo o en compañía de otros- que no le conviene tener en su programa a alguien que disgusta a su patrón. ¿Son ésos los métodos que van a imperar en Telefónica Media? Si lo son, que sus nuevos contratados a golpe de talonario vayan sacando las barbas a remojar.

21 Junio 2000

NI VILLALONGA PUEDE BLINDARSE CONTRA LA VERDAD

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Los hechos a los que se refiere la denuncia que, en términos estrictamente periodísticos, hemos venido realizando desde hace días han quedado ya lo bastante claros como para que haya conclusiones insoslayables. El 17 de diciembre de 1997, Juan Villalonga reitera ante el Consejo de Telefónica que, tal y como había anunciado ya el mes anterior, está negociando tanto con la norteamericana MCI como con la británica BT, para formalizar una gran alianza internacional. Puesto que tres días antes ha celebrado una reunión clave en Madrid, acompañado de tres altos cargos de Telefónica, en la que se han intercambiado detallados documentos con la cúpula de la operadora británica, Villalonga concreta ante sus consejeros un auténtico principio de acuerdo: «La Red Panamericana recibiría el tratamiento de `mercado doméstico », «se concedería a BT la facultad de adquirir hasta un 10% del capital de Telefónica Internacional» y «se procedería a la creación de una empresa conjunta para la explotación del negocio de los servicios móviles en todo el mundo».

La negociación está tan madura que en el acta queda constancia de esta frase demoledora: «En todo caso, concluye el señor Presidente, es preciso esperar el resultado de las reuniones que se van a mantener en las próximas semanas, confiando que las mismas concluyan durante la segunda semana del mes de enero de 1998».

Dice un proverbio griego que para conocer a un hombre hay que revestirle de poder. Manuel García-Durán, nombrado hace pocos días presidente de Telefónica Media, se ha estrenado en el cargo de la peor forma posible: intentando silenciar a un periodista.

Horas después de la publicación de una investigación de Casimiro García-Abadillo sobre los ingresos de Juan Villalonga, Luis del Olmo comunicaba anteayer al director adjunto de EL MUNDO que había decidido prescindir de sus servicios en el programa Protagonistas que emite Onda Cero, propiedad de Telefónica. La escena se repitió ayer: Javier Algarra, responsable de La Brújula, se vio en el desagradable trance de transmitir a nuestro compañero que daba por terminada su colaboración en esta tertulia nocturna de la misma cadena.

La persona que dio la orden de vetar a García-Abadillo en Onda Cero fue Pedro Díez, consejero delegado. Y Díez la recibió a su vez de Manuel García-Durán, que manda por delegación de Villalonga en la cadena radiofónica. No se podía esperar otra cosa de una persona como el nuevo presidente de Telefónica Media, con una trayectoria profesional repleta de episodios oscuros y cuya promoción ha causado estupor en la compañía.

Pero el propio ascenso de García-Durán y su talante denotan -y esto es lo importante- el próposito con el que Telefónica está desembarcando en el mundo de los medios de comunicación, que no es otro que controlar la información y anular las voces críticas con los desmanes de Villalonga.

Telefónica ha desaprovechado la gran oportunidad que se le presentaba hace tres años, cuando empezó a invertir en el sector, de servir de contrapeso al poderoso grupo Prisa. En lugar de apuntarse a la defensa del pluralismo, Villalonga y García-Durán han confundido sus medios con un coto privado de caza en el que disparan al que se mueve.

Pero ambos se equivocan al pasarse la información por el forro del talonario que manejan. Nadie puede blindarse contra la verdad. El presidente de Telefónica, tampoco, a pesar de los sonrojantes e interesados elogios con que le han regalado los oídos estos días algunos colegas.

El bochornoso espectáculo que Villalonga y su hombre de confianza están dando debería mover a la reflexión. Primero, a los órganos de la competencia y a los poderes públicos de los que depende la autorización de las adquisiciones de medios de Telefónica. Segundo, a profesionales como Carlos Herrera o el gran José María García, que, tras una acreditada trayectoria de independencia, están a punto de fichar por Villalonga: una persona que se está caracterizando por su visión bananera de la comunicación.

Que nadie se llame a engaño sobre los métodos de Villalonga. Ya ha demostrado que ni cree en la libertad de expresión ni le importa otra cosa que no sea su enriquecimiento personal.

22 Junio 2000

EL PENSAMIENTO LIBRE PROCLAMO EN ALTA VOZ Y MUERA QUIEN NO PIENSE IGUAL QUE PIENSO YO

Luis María Anson

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Ha demostrado con hechos, en muchas ocasiones y en momentos especialmente difíciles para él, mi solidaridad con Pedro J. Ramírez, que es ya, en plena juventud, uno de los profesionales de más robusta musculatura en la Historia del Periodismo español.  He recibido del director de EL MUNDO elogio personal y apoyo generoso en momentos complicados para la vida de este periódico. Mi relación con él se encuentra por encima de los avatares políticos o periodísticos, porque los dos estaremos siempre en la defensa sin fisuras de la libertad de expresión.

He aprendido a conocer a Luis del Olmo en las tertulias de su programa. Y creo que dice la verdad, desde su veteranía y su prestigio, cuando afirma que ha sido una decisión personal suya la destitución del admirado Casimiro García-Abadillo. Y le creo porque no es la primera vez que lo hace y por razones similares. También destituyó a Raúl del Pozo, que es una de las mejores plumas de nuestro periodismo y un excelente novelista.

Coincido también con un sagaz tertuliano de la COPE en sus afirmaciones sobre Manuel García Durán, un hombre liberal de verdad, abierto, constructivo y muy inteligente. Es un acierto su nombramiento para la dirección de Telefónica Media.

Sé que algunos de los colaboradores de Pedro J. deslizarán enseguida la insidia novicia de que afirmo todo esto porque Telefónica se anuncia de forma habitual de este periódico. Es cierto, pero mucho menos, y proporcionalmente, a la ayuda publicitaria y de patrocinio que ha prestado a EL MUNDO. De la misma forma que no voy a sumarme a los que denuncian la campaña actual de Pedro J. Ramírez contra Juan Villalonga como una rabieta personal o por la necesidad que tiene su periódico de escándalos, me gustaría que no se descalifique ácidamente a los que no comparten la nueva posición de EL MUNDO con relación a la gestión de Telefónica. Callan nuestros compañeros no porque otorguen, sino porque no quieren entrar al trapo y agrandar la campaña. Somos muchos los que no hemos cambiado de opinión y seguimos pensando que VIllalonga está haciendo una extraordinaria gestión al frente de Telefónica. Somos muchos los que nos mantenemos en la independencia y no aceptamos que se nos impongan criterios testarudos, incluso obsesivos: ‘El pensamiento libre proclamo en alta voz y muera quien no piense igual que pienso yo’, es una vieja cantinela que habría que extirpar de la vida española. Hay que defender lo que se piensa sin aceptar coacciones. Ciertamente, como decía  Adenauer, ‘la manera más segura de calmar a un tigre es dejar que te devore’. Pero si un político, un financiero, un intelectual no quiere terminar despedazado, deberá mantenerse, ante los depredadores, en la firmeza y la serenidad.

Luis María Anson

22 Junio 2000

UNA INVESTIGACION EN LA QUE LA CNMV SE JUEGA SU PRESTIGIO

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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La cuestión es de tal envergadura que ya ni siquiera la inmensa maquinaria de complicidades puesta en marcha por la actual dirección de Telefónica, gracias a su inagotable talonario por cuenta ajena, puede silenciarla. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) admitió ayer que ha abierto un expediente para investigar si el presidente de Telefónica, Juan Villalonga, se sirvió de información privilegiada para comprar opciones sobre acciones de la Compañía.

Por lo general, la CNMV no da publicidad al inicio de este género de investigaciones. Sin embargo, dada la gran trascendencia que el caso tiene para el mercado de valores, tanto a escala nacional como internacional, en esta ocasión ha considerado que era obligado hacerla pública. Y con razón: el mercado bursátil registró ayer un fuerte retroceso del 4,67% en la valoración de la operadora.

Muy significativo es también el batacazo que Telefónica se llevó en Wall Street, donde perdió un 4,12%. En las normas no escritas que rigen en el mercado bursátil anglosajón, una noticia como la dada a conocer ayer por la CNMV representa un torpedo en la línea de flotación de la empresa afectada. Un torpedo que obliga al alto directivo investigado a renunciar de inmediato a su cargo, para no poner en peligro a la empresa en su conjunto.

Porque la economía no es como la justicia. En materia penal, prima la presunción de inocencia: in dubio, pro reo. Pero en la economía -siempre se dice que nada hay tan cobarde como el dinero-, la imagen de solvencia es totalmente imprescindible.

Así se entiende en Wall Street. Pero Spain is different: aquí, Villalonga hace como si el asunto no fuera con él, y cómo si las gravísimas pérdidas que está sufriendo la Compañía por su causa le fueran ajenas por entero. Desde que meterializó sus stock options, la empresa que preside se ha desvalorizado un 30,7%. Y desde que se ha sabido de los beneficios que obtuvo sirviéndose de información privilegiada, un 11,34%.

La CNMV se juega en el envite su credibilidad, que sabe en entredicho. La opinión pública se pregunta qué clase de investigación realizó en su día en relación a este asunto, e incluso si realmente la hizo, cumpliendo con todos los trámites de rigor.

Existe la sospecha -está por ver si infundada- de que ha tendido a ser implacable con los débiles, pero extraordinariamente comprensiva con los fuertes.

Afronta ahora una investigación nada complicada. Le basta con recabar la información pertinente y con citar a declarar a los testigos que pueden ayudar a determinar si hubo o no una utilización impropia de información privilegiada.

El Análisis

LA AVARICIA ROMPE EL SACO

JF Lamata

Desde el Gobierno Aznar se insistió una y otra vez a D. Juan Villalonga que se dejara de tantos pelotazos que, aún siendo legales, no podían dejar de ser chungos por una empresa que se acababa de privatizar y cuyo presupuesto, en gran medida, todavía venía heredado del presupuesto público. (¡72.000 millones se sacó con las ‘Stock Options’!). El hecho de que el Sr. Villalonga lograra su ‘pelotazo’ en plena campaña electoral del año 2000 y que hubiera abandonado a su santa, terminó de hartar al Sr. Aznar. Así pues, podemos mirar la campaña de EL MUNDO contra Telefónica como una mera ‘casualidad’, pero una casualidad en la que los intereses de D. Pedro J. Ramírez volvían a coincidir con los de D. José María Aznar. Aunque también es importante recordar que el hecho de que a la hora de analizarlo resulte evidente que se trataba de una ‘campaña’ en toda regla, eso no quita que todas las informaciones de EL MUNDO contra Telefónica, cargadas o no de oportunismo o exageración, se demostraron totalmente veraces.

Y si bien es cierto que el Sr. Ramírez se arriesgó lo suyo, por perder una publicidad tan golosa como la de Telefónica, estar del lado del Gobierno Aznar puede otorgar muchas otras golosinas. La golosina que, tal vez, buscaba en este momento EL MUNDO se llamaba ONDA CERO y, de ser así, no tardaría en estar en sus manos.

J. F. Lamata