23 septiembre 2014

El presidente del Gobierno había confirmado horas antes que el Partido Popular retiraba su propuesta de reforma de la ley del aborto por 'falta de consenso'

Alberto Ruiz Gallardón dimite como ministro tras la decisión de Rajoy de mantener la Ley del Aborto de Zapatero

Hechos

  • El 23.09.2014 D. Alberto Ruiz Gallardón anunció su dimisión como ministro de Justicia, diputado del Grupo Popular y miembro del Comité Ejecutivo del Partido Popular.

Lecturas

El 20 de diciembre de 2013 el Consejo de Ministros presidido por D. Mariano Rajoy Brey aprueba, a instancias del ministro de Justicia D. Alberto Ruiz Gallardón el anteproyecto de nueva Ley del Aborto, en la que el aborto deja de definirse como un derecho (como se estableció en 2010) y ser una Ley de Plazos para ser una Ley de Supuestos de despenalización como en 1985, en la que se reconozca el derecho a la vida del concebido. Además se retira como supuesto la discapacidad del concebido como motivo para abortar. La ley deberá presentarse al Congreso de los Diputados donde presumiblemente se aprobará al tener el PP mayoría absoluta.

El ministro D. Alberto Ruiz Gallardón fue el principal defensor de esta nueva legislación, en una entrevista en El País el 28 de abril de 2013 ya expresaba su posición “Me identifico con que desaparezca el supuesto de aborto por malformación”, basando su posición en el mandato de la ONU para no discriminar a personas con discapacidad.

Sin embargo el 23 de septiembre de 2014 el presidente del Gobierno D. Mariano Rajoy Brey anuncia que desautoriza a su ministro y retira su anteproyecto sobre el aborto, y fija una nueva posición en la que el PP deja de defender el derecho a la vida del concebido para limitarse a defender el derecho de los padres cuando la embarazada es menor de edad.

Ante la desautorización el mismo 23 de septiembre de 2014 D. Alberto Ruiz Gallardón anuncia su dimisión como ministro de Justicia y su retirada política. Le sustituye D. Rafael Catalá Polo.

La izquierda celebra la caída política de D. Alberto Ruiz Gallardón como un trienfo de sus movilizaciones y del feminismo asestando una severa derrota a los pro-vida.

SOCIALISTAS Y ABORTISTAS SE CONSIDERAN TRIUNFADORES

La decisión de D. Mariano Rajoy de retirar la reforma de la Ley del Aborto y la consiguiente dimisión de D. Alberto Ruiz Gallardón fue recibido con aplausos de alegría por parte de los líderes del PSOE e Izquierda Unida, que definieron al ministro dimitido como ‘el peor ministro de Justicia’. También ACAI, la asociación de clínicas abortistas de España se apresuró a mandar un comunicado considerándolo un éxito y atribuyéndoselo a la sociedad.

MALESTAR SILENCIOSO DE DIPUTADOS PRO-VIDA

LouresMéndez_Puente Los diputados del PP más identificados por su defensa de la vida como Dña. Lourdes Méndez-Monasterio, D. Javier Puente o D. José Eugenio Azpiroz expresaron en redes que mantenían su compromiso con la vida y daban su apoyo al Sr. Ruiz Gallardón, pero eludieron criticar a D. Mariano Rajoy por su decisión de mantener la mayoría de la Ley Aído, dejando la duda de si mantendrían su posición en el momento de la votación. Ese día se escenificaría esa discrepancia de los diputados pro-vida.

PRIMER CAMBIO DE GOBIERNO EN EL GABINETE RAJOY.

El primer consejo de ministros de D. Mariano Rajoy Brey se había constituido en diciembre de 2011, tras el triunfo del PP en las elecciones generales siendo el Gobierno más duradero de toda la historia de la democracia. La dimisión del Sr. Ruiz Gallardón es, por tanto, la primera dimisión del Gobierno Rajoy. Le seguirán las dimisiones de Dña. Ana Mato en noviembre de 2014, D. José Ignacio Wert dimitirá en junio de 2015 y D. José Manuel Soria en abril de 2016. El presidente Sr. Rajoy no cambiará su Gobierno hasta que después de las elecciones generales de finales de 2015 y la repetición de elecciones de 2016, tras la cuál habrá un nuevo consejo de ministros.

01 Febrero 2012

La contrarreforma

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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Los cambios que anuncia Ruiz-Gallardón en la ley del aborto auguran un retroceso para la mujer

El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, confirmó ayer su proyecto de reformar la Ley de Salud Sexual y Reproductiva de 2010 para regresar al modelo anterior, si bien de sus palabras no se puede descartar que acabe impulsando un sistema aún más restrictivo que el que contemplaba la ley de 1985. Consecuente con la ideología de su partido, pero también y, sobre todo, extremadamente permeable al sector más reaccionario del mismo, Ruiz-Gallardón no pretende únicamente derogar el artículo que permite a las menores de 16 y 17 años abortar sin consentimiento de los padres. También anunció, sin más concreciones, que se pondrá fin al modelo de plazos.

El PP, que presentó un recurso ante el Tribunal Constitucional contra parte de la norma de 2010, siempre se ha opuesto a que las menores puedan abortar sin consentimiento parental. Legalmente tiene sentido porque los jóvenes de 16 y 17 años, según la Ley de Autonomía del Paciente, pueden someterse libremente a una operación quirúrgica y están facultados para casarse y tener hijos. El proyecto del PP devuelve la cuestión a la situación anterior, en la que una joven podía decidir tener un hijo, pero no lo contrario.

Pero más allá del asunto de las menores, que efectivamente cuenta con un respaldo social más frágil, la contrarreforma de Ruiz-Gallardón amenaza con hurtar de nuevo a la mujer, mayor o menor de edad, la capacidad de decidir sobre su maternidad, algo tan íntimo e intransferible. El regreso a la ley de 1985 es la vuelta a la minoría de edad de las mujeres, dependientes de decisiones ajenas y obligadas casi por norma a mentir. El 90% de los abortos voluntarios que se practican en España se acogen al tercer supuesto de riesgo de la vida o la salud de la mujer.

Pero la intención del ministro es más expeditiva. Analizar en profundidad los supuestos «de inexistencia de reproche penal» en caso de aborto es una florida expresión que puede desembocar en la persecución penal de las que aborten. El guiño a los movimientos provida utilizando sus mismos argumentos de «derecho a la vida» augura un retroceso histórico. Volver a 1985 puede ser el escenario menos malo si se tiene en cuenta que limitarse a amputar la ley de 2010 lograría un engendro peor, dado que, por ejemplo, la norma antigua ni siquiera imponía plazos en el tercer supuesto, cosa que sí hace, lógicamente, la ahora vigente.

Estudios recientes demuestran que las leyes más permisivas no generan más abortos. Así ha quedado demostrado también en España. Esos mismos análisis señalan, en cambio, que a mayores restricciones, más intervenciones clandestinas y más riesgos para las gestantes, algo que escapa a las competencias de Ruiz-Gallardón. Que haya sido un ministro de Justicia y no de Sanidad el que ha emprendido esta batalla es ya de por sí todo un símbolo sobre las sensibilidades de este Gobierno y un mal augurio de lo que les espera, otra vez, a las mujeres.

24 Septiembre 2014

El presidente ha dicho algo maravilloso

Soledad Gallego Díaz

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La legislación española sigue siendo equiparable a la legislación europea y esa es una noticia muy satisfactoria, que hay que agradecer al presidente y, sobre todo, a la presión ejercida por la opinión pública.

La noticia tiene dos titulares distintos. Primero, y antes que nada, el presidente del Gobierno ha retirado el proyecto de ley con el que se pretendían endurecer las condiciones en las que las mujeres pueden ejercer su derecho a abortar. A la espera de la próxima sentencia del Tribunal Constitucional, la legislación española sigue siendo, pues, equiparable a la legislación europea y esa es una noticia muy satisfactoria, que hay que agradecer al presidente y, sobre todo, a la presión ejercida por la opinión pública.

El anuncio de que también se retira de la política activa es una consecuencia lógica, porque hubiera resultado un poco ridículo verle sentado al día siguiente en su escaño de diputado Mariano Rajoy dijo este martes además algo sorprendente y maravilloso: «No se podía seguir adelante con una ley que el próximo Gobierno fuera a derogar al minuto uno». Una declaración extraordinaria que supondría un giro formidable en su política, si fuera consecuencia de una reflexión y no de su extraña forma de expresarse, porque implicaría, entre otras cosas, que tiene la intención de renunciar a todas aquellas iniciativas que le conste que tienen en contra a la oposición en pleno, a los profesionales y a la mayoría de la ciudadanía, como la nueva ley de educación, por ejemplo.

La segunda noticia es que el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, que patrocinó e impulsó ese proyecto de ley tan regresivo, ha considerado que quedaba desautorizado y debía presentar la dimisión. El anuncio de que también se retira de la política activa es una consecuencia lógica, porque hubiera resultado un poco ridículo verle sentado al día siguiente en su escaño de diputado o asistiendo a las reuniones del Comité Ejecutivo del Partido Popular, un órgano que, claramente, no le comprende.

Es bastante probable que Gallardón sacara conclusiones apresuradas, porque muchos de sus colegas populares piensan que es uno de los políticos con menos olfato político de la historia reciente de la democracia Gallardón, en un tono suave y pretendidamente pacífico, dijo, por activa y por pasiva, que el proyecto de ley retirado había sido aprobado en Consejo de Ministros, que lo habló en varias ocasiones con Rajoy y que estaba absolutamente convencido de que correspondía a la doctrina del partido y al encargo del presidente del Gobierno. Sin embargo, es bastante probable que Gallardón sacara conclusiones apresuradas, porque muchos de sus colegas populares piensan que es uno de los políticos con menos olfato político de la historia reciente de la democracia y que nunca ha entendido la manera de hacer las cosas de Mariano Rajoy. Seguramente, creyó que con un proyecto de ley tan absolutamente regresivo hacía méritos personales, reforzaba al PP con un plato fuerte de ideología y encaminaba su carrera política, sin percatarse de que su partido y su presidente entraban ya en campaña electoral.

En cualquier caso, todo este indecente episodio de hacer pagar a las mujeres la falta de señas de identidad del PP parece haber terminado bien, aunque de forma un poquito rara. Cuando se nos aseguraba que todo estaba milimétricamente preparado para hacer frente a un pretendido desafío soberanista en Cataluña, resulta que el presidente del Gobierno tiene un viaje programado a China, que el ministro de Justicia dimite y que el Rey se encuentra en Estados Unidos. Es posible que todo salga razonablemente bien, pero raro, es.

Soledad Gallego Díaz

24 Septiembre 2014

El oportunismo electoral

Francisco Marhuenda

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La marcha de Alberto Ruiz-Gallardón es un hito muy negativo en la historia de este partido. Ha demostrado que es un político con firmes convicciones, con sus errores y sus virtudes, pero que mantiene su coherencia hasta el final. Es un golpe muy duro para la credibilidad del partido, porque ha tirado la toalla el que fue su secretario general, alcalde de la capital de España y presidente de la Comunidad de Madrid.

Al final ha triunfado el oportunismo electoral. El presidente del Gobierno ha decidido retirar un anteproyecto de reforma de la ley del aborto que fue aprobado por unanimidad en el Consejo de Ministros. Es un texto que contaba con todos los informes favorables y recogía lo que siempre ha defendido el Partido Popular, las siglas con que este Gobierno ganó las elecciones el 20 de noviembre de 2011. En la papelera quedan muchos años en los que los populares presentaron recursos en el Tribunal Constitucional, realizaron discursos y declaraciones defendiendo el derecho a la vida y una regulación razonable del aborto. Es el triunfo del relativismo moral y la indiferencia ante los principios y valores que tienen que conformar el servicio público y la actividad política. La satisfacción de los políticos, periodistas y medios defensores de la legislación que impuso el PSOE sin buscar ningún tipo de consenso es muy sintomática del grave error cometido. El gobernar implica tomar decisiones que pueden ser impopulares y provocar división. Tras escuchar que se retira el anteproyecto porque divide a la sociedad, cabe preguntarse por qué no se hizo lo mismo con tantas medidas adoptadas por este Gobierno que han generado un enorme rechazo social. Nadie esgrimió este criterio insólito cuando se aprobaba un real decreto ley tras otro. La victoria de los dirigentes populares que tienen una sensibilidad social de izquierdas y defienden la legislación abortista del PSOE es una grave derrota del PP.

La marcha de Alberto Ruiz-Gallardón es un hito muy negativo en la historia de este partido. Ha demostrado que es un político con firmes convicciones, con sus errores y sus virtudes, pero que mantiene su coherencia hasta el final. Es un golpe muy duro para la credibilidad del partido, porque ha tirado la toalla el que fue su secretario general, alcalde de la capital de España y presidente de la Comunidad de Madrid. No es un tecnócrata sin carné del partido o un dirigente de segunda fila, sino una de las figuras más importantes del PP. Es el hijo de una persona extraordinaria que fue uno de los fundadores del partido y un gran jurista. Un amigo personal de Manuel Fraga que hizo enormes sacrificios, con una gran generosidad, para que el PP se convirtiera en un partido de gobierno. La satisfacción de Arriola y su mujer, Celia Villalobos, expresa muy bien el sentimiento de derrota de los que defienden la vida dentro del PP. No entiendo muy bien cómo puede ser que el Gobierno apruebe un texto por unanimidad y luego el oportunismo electoral imponga su retirada. Cuando era profesor de Derecho Constitucional no hubiera podido explicarlo en clase sin que se me cayera la cara de vergüenza; por suerte ahora me dedico a la Historia de las Instituciones y lo incluiré en el apartado de los errores e incoherencias históricas. Me gusta ser coherente y defenderé lo que haga bien Rajoy y su Gobierno, pero nunca un despropósito de estas dimensiones. Es posible que los «progres» del PP tengan razón y el miedo a Podemos haga que los votantes olviden lo sucedido, pero también puede ser que sea la gota de agua que colme el vaso. A lo mejor la gente se conforma con un Gobierno tecnocrático. No lo sé, pero lo dudo.

25 Septiembre 2014

Alberto Ruiz-Gallardón, político y caballero

José Utrera Molina

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Desde hace muchos años he conocido la manera de ser de quien acaba de presentar la dimisión de sus importantes cargos, y he confirmado, día a día, etapa tras etapa, la inmensa valía, el fuerte carácter y las limpias decisiones que han acreditado su vida política.

Sin que me afecte una crispación excesiva ni mucho menos un acaloramiento sentimental, por razones obvias quiero no permanecer en silencio ante lo ocurrido con Alberto Ruiz-Gallardón, mi amigo. Desde hace muchos años he conocido la manera de ser de quien acaba de presentar la dimisión de sus importantes cargos, y he confirmado, día a día, etapa tras etapa, la inmensa valía, el fuerte carácter y las limpias decisiones que han acreditado su vida política. No niego que en algún punto haya tenido con él alguna diferencia, pero en el conjunto de su gran obra política siento no sólo el entusiasmo de mi admiración, sino la firme devoción hacia su persona y su obra.

El ejercicio de la política es siempre difícil y arduo. Yo lo he conocido en tiempos lejanos, muy distintos, aunque haya cosas que nunca cambian. Actué en solitario y en soledad me fui. En una ocasión le dije a Franco que yo sobraba en el Consejo de Ministros. Él, en el balbuceo de su vejez, que es siempre la etapa más corta de la vida, negó que hubiera razón alguna para abandonar mis responsabilidades políticas. Recuerdo que textualmente le dije: «Mi general, yo estorbo». Franco me miró con aquella forma inquietante con que solía hacerlo cuando se enfrentaba a sus interlocutores y me dijo: «Usted lo está haciendo bien». Entonces yo le dije: «Mi etapa ha terminado; resistiré por mi lealtad a su excelencia, pero yo ya no soy de este tiempo». Franco me miró, hubo un silencio y me dijo: «No juzgue usted al tiempo, sino a sí mismo». Otras circunstancias precipitarían después mi salida del Consejo de Ministros y, después, la persecución de que fui objeto hasta treinta años después en mi propia vida. Todo ha pasado ya en relación conmigo. Soy tan sólo un viejo español que de cuando en cuando calienta su imaginación y protagoniza la rabia inmoderada contra diversos aspectos de la vida nacional. Me cuestan los silencios, los he padecido sin crispaciones definitivas en mi ánimo.

Pero la observancia diaria del ser y del quehacer de Alberto reavivó mis esperanzas en el futuro de este país. Su preparación era asombrosa; su capacidad de réplica, escandalosa e increíble; su meditación, honda y sabia. El ejercicio de sus funciones, siempre adecuado a lo que él consideraba su deber. Me he sentido orgulloso de tenerlo próximo a mí por circunstancias familiares. Nunca me decepcionó, pues hasta en sus horas bajas me demostró la nobleza de su humildad; nunca encontré en él cobardes vacilaciones, sino jubilosa entereza. Me consta que él ama a España con dolor, con profundo respeto y sentido de la modernidad. Estoy seguro de que lo seguirá haciendo hasta los últimos días de su vida. Impertérrito ante las ofensas de sus enemigos, nunca descompuesto ante las injurias, jamás afectado por rencorosas vicisitudes. Noble, leal, amistoso y comprensivo, jamás contemplé en él ánimo de descalificación de sus adversarios. No escuché de él ninguna crítica, y hay algo que me permito subrayar: su inmenso amor a España, su valor de caballero legionario paracaidista, su moral que nunca reblandeció su ánimo, sino que le impulsó a afrontar las mayores empresas.

Respeto su decisión, que aliviará la lógica tensión de su familia, que siempre le ha apoyado, pero que durante tanto tiempo ha ansiado que abandonara tantas dificultades y se asomara a la vida libre y civil donde podía tener un amplio campo de posibilidades.

Cuando ya se inicia frente al espacio amplio de sus merecimientos la alegría de la alabanza, cuando aparece alguna nube ennegrecida por la envidia y por rencor, yo escribo estas líneas de solidaridad con Alberto. Me quedan pocos días en el calendario de mi vida. Lo sé, pero quisiera respirar a fondo el clima de lealtad que él había forjado a través de sus años y que me permitan a mí mirar sin temblor a las estrellas, recostarme frente a la orilla del mar, aunque tenga que decir como el poeta aquella estrofa inolvidable: «Ya no me sabe a pan el pan que como».

Estimo que Alberto comprenderá el fondo de estas líneas que escribo con contenida emoción, con alta tensión que no rompe mi serenidad al juzgarlo y mirando como siempre hacia lo alto, donde desde hace tiempo parpadean con brillo las últimas estrellas.

José Utrera Molina

El Análisis

QUE DURO ES MIRAR LAS HEMEROTECAS PARA EL PP

JF Lamata

Realmente para la gente del Partido Popular debe ser muy duro un pasado en el que parece que se avergüenzan de todo lo que hacen. Hicieron campaña a favor de la colaboración con EEUU y la guerra de Irak y luego se abochornaron de ello. Hicieron campaña contra los recortes de ZP y luego se abochornaron cuando les tocó recortar a ellos. Hicieron campaña contra la salida de asesinos etarras cuando gobernaba ZP y luego se abochornaron cuando también se dio esa situación con ellos. Hicieron campaña contra el divorcio y se abochornaron años después. Hicieron campaña contra el matrimonio gay y luego se abochornaron igualmente. Incluso dieron alas a la teoría de la conspiración del 11-M para abochornarse tiempo después… podía parecer que su defensa del derecho a la vida iba a ser una excepción… ¡pero no! Ahora también se avergonzaban de eso. ¿Habría algo en la historia del partido de lo que no tendría que avergonzarse años después? Que duro debe ser mirar la hemeroteca si se es del PP.

J. F. Lamata